Complejo Arqueológico de Chavín de Huántar
Ubicación
El complejo arqueológio de Chavín de Huántar esta ubicado en el
distrito de Chavín de Huántar, provincia de Huari, departamento de
Ancash. Está a 462 kilómetros al noreste de Lima, Perú. Localizado en
las faldas orientales de la Cordillera Blanca, situado sobre los 3185
metros de altitud, en el triángulo formado por el Huachecsa y el Mosna,
estos ríos que se unen para tributar sus aguas al Marañón.
Arquitectura
La magnificencia y majestad de Chavín es tal que su construcción era
asignada a una «raza de gigantes» y no a hombres comunes. Registra esta
explicación mítica Pedro Cieza de León (1553), al describir lo que ya en
su tiempo era una «antigualla» abandonada por el hombre.
Chavín está constituido por diversos edificios piramidales, plazas
que se asientan sobre una ladera aterrazada, portadas y escalinatas. Las
construcciones piramidales albergan una red de pasajes y cámaras
interiores, que en algunos casos aparecen superpuestos. Como material de
construcción prima la piedra, aunque en algunos sectores las paredes
estaban estucadas con arcilla que era calcinada para resistir los
embates del tiempo.
Una nota particular está conformada por las piedras retratadas con
figuras míticas en alto y bajo relieve. En su mayoría éstas enchapaban
muros y decoraban los edificios y una de las plazas hundidas. Por su
parte, piedras esculpidas en forma de cabezas de fiera expresión iban
empotradas en lo alto de los muros, colocadas equidistantes y en hilera
horizontal.
Las construcciones de Chavín eran elaboradas partiendo de una
estructura nuclear hecha con barro y piedras sin trabajar, en la que
previamente habían sido programados los espacios correspondientes a lo
que debían ser corredores o pasajes interiores. Muros y dinteles
monolíticos independizaban estos pasajes de la masa de barro y piedras
constitutivas de la construcción. A la colina artificial, perforada, que
así se construía, se le daba inclinación piramidal, la que era
interrumpida por escalones o «andenes». Finalmente el todo era revestido
en su exterior con planchas pétreas o hiladas primorosamente pulidas.
Los estragos de la erosión son perceptibles en las piedras menos
resistentes, y ello hace que en apariencia hoy luzcan algunos muros
«imperfectos» a la vista. Es de notar que no hubo falta de perfección en
la construcción de las bases de los muros exteriores de «El Castillo»,
ya que este sector lucía originalmente cubierto o enchapado por grandes
bloques de piedra, de tendencia cuadrada y que con el correr del tiempo
se desplomaron.
En los pasajes interiores reina penumbra total y perpetua a no ser
por los haces de luz que penetran por los ductos o «respiraderos» que
comunican con el exterior y renuevan el aire constantemente. Acaso por
estos ductos se escuchaban las voces del oráculo de Chavín al que se
refieren escritores tempranos.
En un sector de los pasajes internos se yergue el Lanzón, un monolito
esculpido con figuras míticas para ser vistas a la redonda. La inmensa
piedra alcanza casi 5 metros de alto y sobrecoge al espectador con sus
representaciones sobrenaturales, que «infunden terror» como ya lo
expresaba Antonio Raimondi, a lo que se suma la ubicación del monolito
en las perpetuamente oscuras galerías de Chavín.
Por lo expuesto, luz y oscuridad, día y noche, eran factores
simbólicos representados en la arquitectura de Chavín. Y no sólo
mediante sus espacios arquitectónicos dedicados al mundo exterior al
mundo interior o subterráneo, sino también a través de la división en
dos mitades que observan algunas escalinatas, tanto como la portada de
«El Castillo»: una oscura y la otra clara, y que los constructores
destacaron utilizando piedras de construcción de tonalidad diferente. La
iconografía misma, plasmada en los muchos monolitos, parece estar
regida por estos polos simbólicos si se considera que los seres
sobrenaturales representados exhiben atributos de aves de rapiña y de
felinos que, por su naturaleza, están vinculados al día y a la noche y
respectivamente al varón y a la hembra.
Arquitectura Planificada
Es sabido que las distintas estructuras que conforman Chavín
corresponderían a diversas épocas históricas por las que atravesó el
sitio. Este enunciado pertenece a Julio C. Tello. Años después, en 1962,
John H. Rowe profundizó en el tema y respaldado en diferencias
tipológicas presentes en los monolitos propuso una secuencia de las
estructuras arquitectónicas. Dedujo que Chavín, tal como ha llegado
hasta nosotros, fue construido partiendo de un templo primordial de
bases modestas: el «Templo Viejo». Con el transcurrir del tiempo, esta
estructura habría soportado diversas ampliaciones. En una etapa
posterior, que estima fue la tercera, se habría consolidado lo que
califica de «Templo Nuevo», de proporciones mayores y construidas al
lado, reteniendo parte de la estructura del monumento primigenio. Rowe
fundamenta su hipótesis amparado en la presencia de una especie de
grietas visibles en las paredes y que considera son vestigios de puntos
de unión de las «adiciones».
Sin embargo, las «grietas» que se supone habrían sido producidas por
las ampliaciones experimentadas a partir del «Templo Viejo», plantean la
sospecha de que no necesariamente corresponden a la impronta dejada por
ampliaciones arquitectónicas sucesivas. En efecto, cuando éstas son
comparadas con otros ejemplos arquitectónicos andinos en los que también
se presentan, se constata que no son otra cosa que marcas impresas por
la técnica de construir en base a módulos, es decir adicionando sectores
lateralmente sin que ello implique separación cronológica
significativa. Por otro lado, las técnicas de construcción entre
el«Templo Viejo» y el «Templo Nuevo» de Chavín no presentan variaciones
notorias. Y, lo que resulta ser aún más significativo, tampoco los
conceptos arquitectónicos mismos y sus valores simbólicos
implícitos. De esta manera, cabe plantear la posibilidad de que Chavín
fue concebido bajo un solo plan arquitectónico, y que su ejecución se
realizó sin una dilación cultural ni cronológica de consideración como
para separar etapas culturales.
Arquitectura Evocadora de una Figura
Sobre la premisa expuesta se asienta la hipótesis que busca
identificar las siluetas de una figura simbólica en el conjunto
arquitectónico de Chavín, que naturalmente debió copiar sólo a grandes
trazos algunas conspicuas figuras de la iconografía Chavín,
simplificando sus formas al tener que adecuarla a la arquitectura.
Al proponer el autor en 1983 esta hipótesis, sobre la posibilidad de
que la arquitectura Chavín estaría evocando una imagen zoomorfa y al
tratar de correlacionar los diversos sectores con las partes anatómicas
del ser sobrenatural Chavín que había servido de inspiración, terminó
argumentando que hasta la decoración de las paredes de Chavín, con sus
dos hiladas aprisionadas por dos de mayores proporciones, una abajo y
otra arriba, podían obedecer a la voluntad de figurar bocas estilizadas
ad infinitum, por el repliegue que acusan los labios para, en actitud
agresiva, dejar a la vista las dos hileras de la dentadura.
Como se sabe, el motivo iconográfico Chavín es la boca atigrada,
representada con insistencia desmesurada tanto en monolitos y cerámica
como en objetos trabajados en diversos materiales: unas veces bajo
tratamiento aislado y/o en sucesión y otras incorporándolo como elemento
simbólico en figuras de personajes.
El caso de representar Chavín una figura, como suponemos, esta
posibilidad merece más atención y estudio; tengamos en cuenta que
existen otros ejemplos en la arquitectura del Perú antiguo de
construcciones con contenido iconográfico zoomorfo indiscutible, como
Paramonga y Cerro Blanco en Nepeña. También el plano arquitectónico de
Las Haldas, monumento anterior a Chavín, parece repetir la misma figura,
al parecer básicamente de un ave. La ciudad del Cuzco misma habría
figurado los contornos de un felino; acaso con cabeza de ave de acuerdo a
un viejo y muy difundido patrón iconográfico andino.
Los Monolitos de Chavin
El estilo Chavín se manifiesta de manera elocuente en los monolitos
asociados a la arquitectura de Chavín (de Huántar). Éstos enchapaban, en
su mayoría, las paredes de edificios.
Los monolitos Chavín más espectaculares son la Estela Raimondi, el
Obelisco Tello, el Lanzón y las Columnas. A los citados ejemplos de la
escultura lítica Chavín debe sumarse la Estela de Yauya, por más que no
fuera localizada en el sitio de Chavín. Las figuras representadas en
estos monolitos observan grados acentuados de estilización y son por lo
general difíciles de identificar. A ello contribuye el que vayan
salpicadas de un sinnúmero de figuras incorporadas que recargan la
representación, oscureciéndola. Asimismo, y a primera vista, las figuras
aparecen incomprensibles, debido a que representan a seres con
atributos humanos y zoomorfos extraídos de relatos míticos desconocidos.
Ello ha motivado que pululen las más diversas opiniones en cuanto a lo
representado.
Así, algunos arqueólogos profesionales sostienen que las figuras en
los monolitos de Chavín dibujan caimanes, otros ven en ellas langostas y
unos terceros arañas, etc. La simple contemplación aislada, fuera del
contexto iconográfico andino del que forma parte Chavín, ha contribuido a
que se presente esta abundancia de interpretaciones dispares. El método
comparativo en el estudio de las imágenes votivas andinas permite
señalar, en atención a seres similares representados con más claridad en
estilos posteriores y herederos de Chavín, que la divinidad más
representada fue la de un ser híbrido: mitad hombre con boca atigrada y
mitad ave de rapiña. Naturalmente que las proporciones de los elementos
varían. A este ser sobrenatural del panteón Chavín lo hemos calificado,
por las razones expuestas y desde 1967, de piscoruna-pumapasimin
(hombre-ave con boca atigrada).
En otras palabras, este felino volador arqueológico podría
corresponder al Dios del Agua, que debió surgir como corolario del
contexto de la naturaleza andina árida por excelencia y con
tribulaciones de orden atmosférico, sequías por ejemplo. Debido al
fenómeno de continuidad cultural que presenta el mundo andino, Illapa,
el ser sobrenatural controlador de los fenómenos meteorológicos de los
tiempos del Incario, podría ser la encarnación tardía del Felino
Volador. El mito de Qhoa, todavía vigente, señala que al irrumpir las
tempestades un felino se desplaza por las nubes.
El caso del templo Chavin, como centro de poder y culto, permite
inferir que fue levantado en un sitio cuidadosamente elegido, bajo
estrictos criterios mágico-religiosos.
Chavin Centro Administrativo y de Culto
Cuando el cronista Vázquez de Espinosa visitó en 1616 las ya por
entonces «ruinas» de Chavín, los comarcanos le informaron que en remotos
tiempos había sido un centro de culto y romería. Es por eso que
concluye comparándolo con Roma o Jerusalén. Del mismo modo, Tello
insistía en el carácter sagrado, de templo, de Chavín.
Probablemente el sitio mismo donde debía levantarse Chavín fue
cuidadosamente elegido, bajo estrictos criterios mágico-religiosos
debido a que hay valles comarcanos más productivos que el estrecho de
Mosna, aun considerando el aprovechamiento de sus laderas de secano
cultivadas mediante terrazas. El caso de Chavín, en su condición de
centro de poder y culto, permite inferir que pudo ser levantado en un
lugar indicado por la magia, al igual que el Cuzco, que fue construido
entre los riachuelos del Tullumayu y Huatanay y no precisamente en el
ubérrimo valle vecino del Urubamba-Vilcanota.
La voluntad de ejercer dominio, a fin de adecuar la producción de los
alimentos al ritmo del aumento de la población, pudo ser la función que
cumplía Chavín, utilizando para el efecto la administración de
prácticas agrícolas, respaldada en ampuloso ritual y en el culto a los
poderes sobrenaturales que controlaban la producción, especialmente al
Dios del Agua del que dependían las lluvias benefactoras como de las
catastróficas sequías que destruían las cementeras.
Los monumentos de Chavín, por su magnitud, son expresiones realizadas
por una sociedad agraria desarrollada, preocupada por satisfacer las
necesidades alimenticias de sus integrantes a través de áreas
geográficas amplias, como parece indicarlo su carácter de centro de
romería. Por lo mismo la sociedad Chavín debió estar dividida
nítidamente en dos sectores: el de los mandatarios y el de los
gobernados. Debido a ello las antiguas civilizaciones del orbe fueron
capaces de crear obras grandiosas en volumen, ingenio y arte como la de
Chavín. El abandono del sitio puede haber sido provocado por el
incumplimiento de las obligaciones asignadas a las élites de velar por
el sustento, acaso al sobrevenir cambios climáticos devastadores
imposibles de enderezar con acciones mágicas.
Epoca Incaica Exodo
Las culturas son como los hombres. Envejecen y mueren. Y eso pasó con
las que había en el valle del Santa y que, al parecer, habían perdido
todo su empuje arrollador cuando el imperio de los incas llegó a esa
zona.
Eran los tiempos de conquista de Capac Yupanqui. No fueron fáciles.
Muchos pueblos del valle ofrecieron enconada resistencia. Según los
estudios arqueológicos, algunos pueblos que no quisieron someterse al
imperio incaico prefirieron emigrar en masa. En ese éxodo se encontraría
el origen de algunas tribus selváticas. Se supone que los incas
introdujeron el culto al sol, pues anteriormente se tributaba veneración
a animales o a cuerpos celestes que aparecían en la noche.